Querida Elena,
eleva tus brazos
hacia un cielo
colmado de estrellas
para que éstas bendigan
la luz de tu esencia.
Dulce Elena,
tu cabello ensortijado
cayendo sobre tus hombros
te imbuye de una belleza salvaje
y el movimiento de tus pies
te eleva sobre el suelo
con una gracia natural y serena.
Brillante Elena,
llena el espacio de vida
y esparce la alegría
como rayos de luz
en una tarde de verano
como solo sabes hacerlo tú.
La muerte
llegará de todas formas
y en cualquier lugar.
¿ Para qué evadir la vida?
A todos nos espera un final.
Somos pasajeros
con billete de corta duración.
El trayecto es breve
y las posibilidades infinitas
como infinita será la eternidad
al final del día
cuando nuestro aliento
se extinga
y exhalemos
el último sonido.
Todo es sencillo
junto a ti.
Los primeros días
los recordaremos
como los mejores
que hemos vivido.
Experimentaremos
una ilusión desconocida,
una pasión
que nos parecerá
la única,
la mas sentida.
Cuando pasadas las décadas
bailemos prendidos
de otras manos,
añoraremos
ese primer amor
tan real,
volveremos a ser dos adolescentes
aprendiendo a amar.
Maldito destino,
cobarde imperfecto
que me hieres
con tus actos despiadados.
Despójate de tu careta
y muéstrame tus cartas
para que juguemos
los dos al mismo juego.
No finjas que no perseguías
mis pasos,
pues yo sí corría
detrás de los tuyos.
Busqué un tesoro
difícil de encontrar,
hermoso como pocos
y de un valor sin igual.
Muchos lo desearon
peleando batallas
para alzarse con la victoria,
pero nadie lo pudo hallar.
Los rumores de las gentes
describían un halo mágico
e indescriptible
que envolvía aquel tesoro
escondido a buen recaudo.
Recorrí mil mundos,
traspasé fronteras
y navegué los océanos
sin descanso, para descubrir
al final del trayecto
que el tesoro se hallaba escondido
en mi medallón,
donde guardo los recuerdos
de mis aventuras y desvelos.
Llevo la quimera
donde quiera que voy,
hago de ella mi bandera
y mi carta de presentación.
Me he vuelto experta
en la materia tantas veces
como mi mente
les ha dado forma y voz.
Las acumulo por miles,
espero que crezcan, se desarrollen
y maduren en mi ser
para luego dejarlas volar libres
como pájaros de fuego
nacidos de mi imaginación.
Bajo la sombra de un naranjo
me tumbé una tarde de verano,
con mis chanclas violetas
y mi vestido de los domingos.
Cerré los ojos y agudicé el oído
para sentir el lenguaje de la naturaleza
serpenteando por mis piernas.
Del árbol cayó una naranja madura
para darme de comer,
al exprimirla su zumo corrió como río por mis labios volviendo
anaranjados los volantes de mi vestido
y humedeciendo mis rodillas.
Bajo la sombra del naranjo
aquella cálida tarde me tumbé,
para abrazar la hierba
y dormir sobre ella hasta el atardecer.
El tren pasa cien veces
delante de mí.
Una moneda,
una cara,
la vuelta de hoja
en el momento presente.
La estación vacía,
solo yo
con mis maletas
en el andén
viendo pasar la vida
frente a mis ojos.
¿Qué decir ante la evidencia?
todos los pasajeros en sus asientos,
un tren abarrotado
y yo siempre lo pierdo.
